Vida de obediencia: milagro de la parra.
Ya en el monasterio, la Superiora, para probar su obediencia, le mandó regar un sarmiento seco, y Dios premió a Rita convirtiendo el palo seco en una hermosa parra que hasta hoy se muestra a los visitantes en el patio del convento de Casia.
Quizás se tratara simplemente de una planta normal de vid, que Rita durante años tuvo el encargo de regar y cuidar por obediencia y, que después de su muerte, por su relación con la Santa, se le atribuyeron poderes milagrosos.
A pesar del paso del tiempo la parra sigue ahí y todos los años las religiosas envían al Papa una caja de uvas de la parra de Santa Rita. Además, se reducen a polvo las hojas secas de la parra, lo hierven y lo distribuyen entre los fieles en bolsitas bendecidas.
Meditación...
La obediencia y la paciencia le permitieron a Santa Rita cambiar la realidad, aquello que estaba seco, sin movimiento, casi sin existencia, se convirtió en vida, en esperanza y dio color a la vida del monasterio. ¿Somos nosotros capaces de obedecer por amor? ¿Cumplimos con nuestros deberes sabiendo que nos ayudan a ser mejores personas cada día? ¿Ofrecemos nuestra paciencia a nuestro alrededor cada vez que realizamos nuestras tareas?
Patrona de nuestra comunidad, Rita mujer obediente
gracias por enseñarnos a no perder la confianza ante las dificultades,
ayúdanos a contagiar de esperanza nuestros hogares,
nuestras aulas y nuestros corazones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario