Entrada al Convento.
Al quedar sola no se deja vencer por la tristeza y el sufrimiento. Santa Rita quiso entrar con las hermanas Agustinas, pero no era fácil lograrlo. No querían una mujer que había estado casada. La muerte violenta de su esposo dejó una sobra de duda. Ella se volvió de nuevo a Jesús en oración. Ocurrió entonces un milagro.
Una noche, mientras Rita dormía profundamente, oyó que la llamaban ¡Rita, Rita, Rita! esto ocurrió tres veces, a la tercera vez Rita abrió la puerta y allí estaban San Agustín, San Nicolás de Tolentino y San Juan Bautista, del cual ella había sido devota desde muy niña. Ellos le pidieron que los siguieran.
Después de correr por las calles de Rocaporena, sintió que la subían en el aire y la empujaban suavemente hacia Casia. Se encontró arriba del Monasterio de Santa María Magdalena en Casia. Entonces cayó en éxtasis. Cuando salió del éxtasis se encontró dentro del Monasterio, ante aquel milagro las monjas Agustinas no pudieron negarle la entrada.
Meditación...
Rita nos invita hoy a recordar que la aceptación del sufrimiento, la práctica de la perseverancia y el seguimiento fiel a Cristo son recompensados por el Señor. ¿Aceptamos nosotros los dolores de la cotidianeidad? ¿Somos perseverantes con nuestros deseos de vida? ¿Seguimos fielmente a Cristo reflejándolo en nuestras obras?
Santa Rita, enséñanos a amar a nuestro Cristo
por sobre todas las cosas como vos lo hiciste
y ayúdanos a acrecentar nuestra Fe como Hijos de Dios.
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