Un poco de historia… Esta solemnidad se celebró por
primera vez en Lieja en el año 1247
a instancias de una religiosa, Juliana de
Mont-Cornillon. En una visión ocurrida en 1208, el Señor le hizo comprender la
necesidad de instaurar en la Iglesia una fiesta anual para honrar el sacramento
del altar. En 1264 el papa Urbano IV, impresionado por un milagro eucarístico
que tuvo lugar en Bolsena instituyó la nueva solemnidad.
Nos decía Benedicto XVI en Porta Fidei: “Deseamos que este
año suscite en todo creyente la aspiración a confesar la fe con plenitud y
renovada convicción, con confianza y esperanza. Será también una ocasión
propicia para intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo
particular en la Eucaristía, que es la cumbre a la que tiende la acción de la
Iglesia y también la fuente desde donde mana toda su fuerza”.
En el año de la fe el Señor arzobispo nos convoca a
participar en la misa y la procesión de Corpus Christi bajo el lema “Este es el
Sacramento de nuestra fe”.
En cada misa, después de imponer las manos sobre las especies
de pan y de vino para que mediante la efusión del Espíritu Santo y las palabras
de la consagración (que son las palabras que Jesús pronunció en la última cena)
se conviertan en el Cuerpo y la Sangre
de Nuestro Señor Jesucristo, el sacerdote, luego de una profunda inclinación
dice: “Este es el misterio, o el sacramento de nuestra fe”. A lo cual
respondemos Amén.
Recordemos….
¿Qué son los sacramentos? El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que “son
signos sensibles (palabras y acciones), accesibles a nuestra humanidad actual;
y que realizan eficazmente la gracia que significan en virtud de la acción de
Cristo y por el poder del Espíritu Santo”1084 Es decir que son signos visibles
que hacen presente la gracia invisible. Esta gracia invisible es la presencia
salvadora de nuestro Señor Jesucristo. En el sacramento de la Eucaristía los
signos visibles son el pan y el agua y las palabras las pronunciadas por el
mismo Señor en la última cena, que repite el sacerdote, y la acción es la
imposición de manos mediante la cual el poder del Espíritu Santo los transforma
en el cuerpo y la sangre real de nuestro salvador.
¿Por qué sacramentos de la fe? “Los sacramentos están ordenados especialmente a la
santificación de los hombres, a la edificación del cuerpo de Cristo, y en
definitiva, a dar culto a Dios, pero, como signos, también tienen un fin
instructivo. No sólo suponen la fe, también la fortalecen, la alimentan y la
expresan con palabras y acciones; por eso se llaman sacramentos de la fe” CIC
1123 Son sacramentos de la fe en un doble sentido: primero porque la suponen,
sin fe no se pueden celebrar fructuosamente los sacramentos; pero una vez
recibidos la fortalecen y la alimentan.
¿Por qué la Eucaristía es llamada especialmente el
sacramento de la fe? Por un lado
porque todos los sacramentos de la fe encuentran en la Eucaristía la plenitud.
Todos los sacramentos tienen como fin llevarnos a la comunión, a la intimidad
con Dios; y esta se da especialmente en la Eucaristía porque allí está Cristo
en su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Por otro lado solo la fe (que es un
fiarse en la Palabra de Dios) nos dice que
Cristo está presente bajo las especies consagradas de pan y vino; ya que
los sentidos nos engañan. Ya Santo Tomás de Aquino decía que tanto la vista como
el tacto y el gusto nos engañan sólo el oído –porque la fe nace de la escucha-
nos permite afirmar que allí está Dios.
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